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El abuso y acoso sexual en la Universidad Autónoma de Guadalajara.

“Era sólo un empujoncito”, se justificó Aarón, quien noches antes drogó a Renata para intentar abusar sexualmente de ella.

Un viernes por la noche, Renata salió a un bar con sus amigos de la universidad: Aarón, Mónica y Carolina. Se sentía segura, pues los conocía desde hace un año y medio. En el transcurso de la noche, Mónica le pidió que la acompañara al baño y lo hizo. La petición era por instrucción de Aarón, quien colocó una droga en su bebida sin que ella se percatara y colocó un popote en el vaso de Mónica para que ella diferenciara las bebidas y no cayera en la trampa que ella misma había ayudado a montar. Cuando regresaron del baño, Renata tomó de la bebida. Renata comenzó a sentir un calor indescriptible. “Tenía necesidad hasta de arrancarme la ropa”, cuenta. Cuando Renata le pidió a su amiga Carolina que la llevara a su casa porque ya no podía másAarón saltó a decir que él la llevaría de regreso. Carolina, quien se quedaría a dormir en casa de Renata, se negó. Pero al cabo de unos minutos, Aaron logró hacerles cambiar de parecer debido a su insistencia, y a que, hasta ese momento, se había comportado como un buen amigo. 

Durante el camino se comportó extraño e insistió en que mejor llegaran a casa de él, pero su petición fue negada. Volvió a insistir, al llegar a casa de Renata, en subirla él mismo a su cuarto. Carolina se negó y lo hizo ella misma, ayudando a su amiga a desvestirse, ya que ella no podía hacer nada por sí misma. Carolina y Renata atribuyeron los síntomas a que su bebida había sido adulterada. 

Días después, Renata recibió una llamada de uno de sus amigos, quien le confesó que existió una complicidad entre Aarón y Mónica para que él pudiera drogarla y abusar sexualmente de ella. No lo podía creer. Pidió que llamaran a Aaron por teléfono y él, luego de escuchar un escenario falso para hacerle confesar, terminó por admitir lo que tenía planeado realizar. Renata le confrontó. Sólo era un empujoncito, Renata”, le dijo Aarón.

La realidad a la que nos enfrentamos las mujeres día con día es devastadora. Es una realidad en la que corremos con suerte si no nos privan de la vida por salirNo existe una pesadilla más aterradora que la del día a día de cada mujer del país. La agresión de género es real y nos está pisando, pero nosotras pisamos más fuerte. Renata se dio cuenta de que su voz no solamente habla por ella, sino que habla por cientos de mujeres que, día con día, son víctimas de abuso. Se armó de valor para hablar de la cobardía de un hombre, exponiendo a Aarón, estudiante de medicina de la Universidad Autónoma de Guadalajara(UAG) y exponiendo además el miedo ante el hecho de que un estudiante, próximo a graduarse como médico, sea también un violador en potencia

Cuando leí el caso de Renata, decidí compartirlo a través de mis redes sociales y decidí que mi voz era su voz y que así, todas, con una fuerza bruta, unificaríamos nuestras voces para hablar sobre las injusticias vividas a manos de la violencia de género. Minutos más tarde comencé a recibir mensajes donde más mujeres expresaban su inconformidad con el sistema de la UAG, alegando que esta jamás ha hecho nada por brindar un ambiente seguro para sus alumnas y que además, se estaba protegiendo al acusado porque mantiene el promedio más alto de la generación. 

“Y así ha sido siempre”, me escribió una de las alumnas de la UAG, “la escuela jamás va a hacer nada por quitarle la plaza o el título porque son ellos mismos los que promueven esas ideas entre los hombres que estudian ahí. La universidad es como una cuna de violadores, muchas de mis compañeras han sido víctimas de acoso hasta por los mismos docentes”, confesóY en la UAG, el secretario de asuntos estudiantiles de la escuela mostraba defensa sobre Aarón. A Aarón lo protegieron, porque “…sí, le puso algo en la cuba a la chava que le gusta, cualquiera puede cometer ese error”. No es un error. A Aarón la noche lo traicionó, le estropeó el plan, no logró abusar sexualmente de la mujer que quería y eso no fue una equivocación. Un hombre no coloca por accidente una droga en la bebida de una mujer. Un hombre no planea, por error, cometer una violación hacia una mujer. Él no se equivocó. Él no se retractó. Aarón iba a violar y no violó porque no se lo permitieron. 

Decidí publicar estos mensajes de forma anónima en mi perfil, tratando de contactar con la Universidad. A medida que publicaba estos mensajes, muchos más aparecían y de pronto, todo lo que podía leer eran casos de abuso que habían sido callados por meses e incluso años dentro de las instalaciones de la universidad. De su mano, testimonios de alumnas que aseguran que sus docentes se encargan de promover un discurso de odio contra la mujer, en donde le demeritan, hacen bromas sobre ella e incluso, incitan a la violencia sexual contra ella. 

“Los doctores bromean en clases de farmacología sobre cómo puedes drogar a una chica para violarla. Te dan las indicaciones al pie de la letra”, dice una de las alumnas de la institución. Al cabo de unos minutos, recibí mensajes en donde se acusaba al Dr. Torres de hablarles a sus alumnos sobre los efectos de drogas de origen veterinario y de cómo esta no podía mostrar evidencias de ser utilizado, logrando así una conducta más dócil en la mujer, además de decir que una vez que la mujer toma del vaso es su problema, porque nadie le ha obligado a hacerlo. Además, se mencionó que una madre de familia acudió a la institución para quejarse de lo sucedido y que también se grabó al doctor haciendo comentarios indebidos sobre una mujer. Y la institución, nuevamente, no hizo nada al respecto. 

En las paredes de la universidad parecen ocultarse decenas de caso de abuso y de acoso hacia las alumnas y al cabo de unas pocas horas, todo lo que podía leer en mis mensajes era a mujeres contando sus experiencias. Una mujer me expuso su situación de acoso, en donde un hombre dentro de las instalaciones observaba a las alumnas hacer ejercicio y procedió a masturbarse frente a ellas. Cuando fueron a reportar esta situación a asuntos estudiantilesobtuvo como respuesta un: “Cuando estés más tranquilita levantas tu quejita y vemos qué se puede hacer por ti”. Ella acudió con el rector días después para exponerle su tremenda inseguridad al darse cuenta de que estaba siendo perseguida desde la entrada de las mismas instalaciones, obteniendo como respuesta, nuevamente, que no había nada que se pudiera hacer.  

La situación del abuso de autoridad, del silencio que se apodera de la universidad al tocar el tema de la violencia de género es simplemente devastador. Se está formando un escudo de protección al patriarcado, escudo del que son conscientes los alumnos acusados de abuso y acoso sexual por las alumnas de la universidad. Y los acusados, al tener completa seguridad de que la escuela no hará nada por defender a la mujer, se sienten con total libertad de atentar contra ella, porque al final del día, se les va a arropar y se les va a proteger. Recibí mensajes de mujeres que aseguran que los mismos abusadores les dicen que no les van a creer a ellas y de docentes que “sugieren” que se queden calladas, sobre todo si están próximas a graduar, ya que no querrán tener problemas con su título. 

Otra mujer testifica que, en múltiples ocasionesel profesor Ernesto del Castillo les decía a las mujeres que cuando se ponían falda, estaban pidiendo ser violadas. Que incluso fueron a reportar estos comentarios con la directora de carrera y ella les pidió que no le dijeran nada al docente, debido a que era un adulto mayor y venía con estas ideas. Que no había nada que se pudiera hacer. Luego de esto, recibí otro mensaje en donde se confirmaba que este tipo de comentarios eran realizados todo el tiempo, incluso por los estudiantes en plena aula y que los docentes simplemente se unen a ellos y que en varias ocasiones estos tienden a decir que las mujeres se merecen las situaciones horrorosas que viven, que no tendrían por qué ponerse al nivel de un hombre y que en ocasiones no se les permite a las mujeres opinar sobre “temas de hombres”. Además, se ha reportado que varios docentes malinforman a sus alumnos, asegurándoles que es imposible que una mujer pueda embarazarse como resultado de una violación. 

A medida que publicaba anónimamente los mensajes enviados, comencé a notar que en la mayoría de estos se hacía referencia a “los tecos”, una secta que, aparentemente, lidera dentro de la universidad y que se protege y se respaldan a los alumnos que pertenecen a esta, castigando y “perdiendo papeles” de quienes se atreven a opinar diferente a estos. Estos alumnos, según los testimonios, reciben una gran cantidad de beneficios por parte de los mismos integrantes y de directivos de la institución, y que de la misma forma, entre estos integrantes se encuentran muchos de los acusados por abuso o acoso y que son estos mismos los que se aseguran de que las denuncias por parte las víctimas simplemente no puedan ser realizadas.


“Es increíble cómo la escuela defiende con orgullo ideologías arcaicas y clasistas, además de que obligan a los alumnos a asistir a conferencias que atacan la ideología de género y temas religiosos que quieren inculcar recayendo en el miedo; en fin, los maestros atacan abiertamente cualquier comentario y/o persona que se exprese acerca del feminismo, la comunidad LGTBQ, o algo que salga de lo que ellos consideran moralmente incorrecto. Estamos hartas y nos llena de impotencia saber que la gente así es capaz de más, y lo peor es que no existe un lugar en el que te puedas quejar y seas escuchado, si no es un tema académico, no mueven un dedo. Si no hemos denunciado es porque nos da miedo de que puedan caer las represalias en nuestras calificaciones o cosas más graves como la desaparición de papeles y registros de estudios, o retención de títulos, cosa que ya ha sucedido a aquellos que lo han intentado”, me escribe otra alumna afectada por la Universidad, confirmando las decenas y decenas de mensajes que continuaban apareciendo en mi buzón. Dentro de las instalaciones, se toma al discurso de odio como opiniones que deben ser respetadas por provenir de autoridades y se priva por completo a los estudiantes de información sobre temas de educación sexual y sobre la importancia del feminismo

Continué recibiendo testimonios de alumnas, algunas de ellas siendo incluso menores de edad, en donde mencionan haber sido tocadas inapropiadamente por docentes de la universidad y recibiendo invitaciones indecentes de parte de estos, así como testimonios de mujeres abusadas sexualmente por sus mismos compañeros de clase. Otra alumna comenta que luego de una de sus clases, mientras ella se encontraba sola con un docente por cuestiones académica, el docente le dijo que podía notar que a ella le hacía falta tener sexo, haciendo referencia al aparente mal humor de la alumna, y que él podía darle lo que a ella le faltaba.Otra de ellas reporta que en una ocasión, a una de sus amigas su docente le pidió que se acercara más a él mientras revisaba algunos trabajos y procedió a querer acariciarle la entrepierna y que, cuando ella se alejó, él se mostró muy violento a querer atacar su comportamiento y a decirle que estaba exagerando.Muchas alumnas mencionaron ser acosadas por uno de sus docentes de primer semestre, a cargo de la clase de anatomía, el Dr. Sherwood. Ellas aseguran que la Universidad está enterada del caso de este doctor y que incluso es normalizado y tomado a broma por otros profesores, quienes constantemente hacen referencias a este profesor durante sus clases, a tono de burla. Algunas de estas han podido denunciar ante las autoridades, dentro y fuera de la Universidad, sin éxito alguno, los hechos terribles que han tenido que vivir a manos de docentes y estudiantes y otras no han podido hacerlo por temor a ser culpabilizadas y castigadas por la universidad. Hablé personalmente con una alumna de la UAG, la cual asegura que decidió denunciar su experiencia de acoso e inconformidad con los comentarios machistas de su docente y que luego de hacerlo, su título fue retenido por motivos que no le han podido explicar, desde hace ya varios mesesElla no ha sabido qué hacer al respecto y la universidad no le quiere responder.

“Parecería que los están entrenando para agredir a la mujer”, dice una de las alumnas con una tristeza que se me ancló en el corazón. Y así es el sistema. Y así es, lamentablemente, el ideal que la sociedad ha querido impartir en la cabeza de todo el que se deje. Se le acusa a la universidad de complicidad, de saber perfectamente lo que sucede dentro de sus paredes y de aún así, no hacer absolutamente nada al respecto y peor aún, exigir a sus alumnas que se mantengan en silencio, culpabilizándolas, además, de todo aquello que pueda sucederles dentro y fuera de las instalaciones. Incluso en uno de los apéndices del reglamento estudiantil, se puede leer textualmente que está prohibido que las mujeres utilicen ropa que pueda “provocar que los compañeros les falten al respeto”.No queremos este silencio. No queremos que nuestro silencio nos siga consumiendo de adentro hacia fuera y que no quede nada más… Nada porque todo se lo ha terminado el patriarcado. 

A las alumnas acosadas por uno de los directivos del hospital, el jefe del servicio de ginecología, las culpabilizaron por no ir acompañadas de otro hombreA las alumnas les dijeron que ya verían cómo resolverlo cuando reportaron, múltiples veces, que los docentes las habían tocado. Después las llamaron mentirosas y ridículas cuando sus docentes les pidieron que se acostaran con ellos a cambio de pasar el curso. Las ignoraron cuando denunciaron que en los baños de la escuela habían docentes teniendo relaciones sexuales con sus alumnas. A las alumnas sus compañeros las llamaron putas cuando decidieron hablar sobre sus abusos sexuales, diciéndoles que seguramente ellas habían dado paso a estosA las alumnas las obligaron a que se callaran. Las abrazaron en el miedo, en el terror que, a diferencia de cómo siempre nos han dicho, no es nada más y nada menos que una cara muy conocida. Y aquí el verdadero monstruo está en el aula, en el papel de docente y misoginia en cada centímetro del cuerpo. 

Conté 104 acusaciones sobre la universidad, sobre el sistema, sobre sus docentes, sobre su abuso de autoridad, sobre su misoginia, sobre su forma de impartir en sus alumnos la cultura de la violación. Es una realidad que esta universidad no es un caso aislado y es otra realidad muy grande que verdaderamente no existe una cultura de denuncia ante acoso y abuso sexual principalmente por el miedo y por la complicidad que hay detrás de los agresores, principalmente institucional. No existe un involucramiento de parte de la institución con los casos de abuso reportados, son evitados a toda costa y se busca, a fondo, cómo culpabilizar a la víctima y se procede a decirles que no cuentan con las pruebas suficientes para así sembrarles miedo e inseguridad y evitar que el asunto se expanda. Pruebas porque nos quieren aterradas, avergonzadas por algo que ni es nuestra culpa ni podríamos evitar. Nos quieren enseñar a tener cuidado, pero el miedo no es ajeno; tiene una cara que conocemos y está en todos lados. No somos nosotras. Jamás vamos a ser nosotras. Conté 104 alumnas, todas agredidas, todas mandadas a callar, todas mis hermanas. Conté 104 alumnas, y no debió de ser ninguna. 

Las mujeres no tenemos sogas de las que el miedo pueda jalar. El patriarcado nos quiere ablandar, nos quiere temerosas porque así nos pueden moldear. Porque entre más pequeñas, mejor nos pueden esconder. La ola del patriarcado nos está siguiendo… y las mujeres somos sirenas a las que les quieren arrancar la garganta. Nos quieren calladas porque de hablar, se les quiebra el poder. Porque de hablar, nombramos a nuestras hermanas, una por una. De nuestra boca todo lo que no acaricie al sistema patriarcal será una mentira. Y así como nos ha tocado tragar el silencio, toca tragar la realidad a la que estas mujeres se enfrentan, día con día, en un lugar que, según profesa, fomenta los valores en sus estudiantes. 

Yo también he sido víctima de acoso y puedo sentir, en carne propia, lo que estas mujeres. Yo puedo sentir el miedo de mis mujeres que se exponen día con día, no por lo que visten y no por lo que hacen, sino por el simple hecho de ser mujeres y punto. Y tienen nombres todas y ya no los van a esconder, porque viven en mi boca y en la de todas nosotras. Y ninguna de nuestras voces se escuchará más baja que nuestro dolor y deseo de justicia. 

A mis hermanas, a las que les dijeron que es su culpa por salir a vivir, a las que hicieron sangrar, a las que les robaron la voz, a las que quisieron ocultar, las llevo conmigo en mi garganta y en mi puño. No somos nosotras las causantes. No somos nosotras nada más que nuestras. Nada más que todo, menos de lo que nos acusan. Ya no habrá ninguna más, seremos las últimas aunque no debió de ser ninguna. 

Porque las autoridades, sentados en su poder, se han encargado de callar. Aquí quieren que todas nos callemos. Nos prefieren calladas porque si hablamos, el mundo tiembla y se cae. Se les cae todo. 

Y estas mujeres, armadas en su fortaleza, deciden hablar. Porque nos hicieron creer que nosotras, en el poder, somos malas semillas. Y estamos floreciendo de entre lo que creían imposible. Y espinamos. Vamos a romper el silencio porque ustedes ya nos rompieron a nosotras, porque no queda nada más que hacer, más que hacerlos temblar con la fuerza de una mujer a la que ya jamás van a poder esconder porque ya no cabe.

Te lo pido, mujer, no cedas. Te lo pido en nombre de todas.

Comentarios

  1. Cassandra te mereces muchas cosas buenas en esta vida, gracias por hacer esto y por ser tan buena persona, de verdad que nunca cambies y sigas siendo tan fuerte y poderosa como lo eres ahora, gracias por usar tus redes para esto y por apoyar a todas esas mujeres, de verdad que eres una mujer demasiado valiente, gracias.

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  2. Fuerza! Que se haga justicia y ésto deje de pasar

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  3. Como alumna de la UAG, hablo desde mi experiencia cuando digo que esto es algo que se vive a diario en esta escuela. Yo he sido víctima de acoso en la universidad y lograr que hicieran algo (si cambiarlos de horario es hacer algo) fue solo gracias a la amenaza de mis papas de demandar a la institución. Compañeros de otras carreras me han gritado de cosas, me han chiflado, me han albureado, me toman fotos, me hacen comentarios misoginos y me han hasta ladrado, y cuando fui a denunciarlo con su directora de carrera (imaginando que me apoyaría ya que ella era mujer y tambien era victima de acoso por sus mismos alumnos) su respuesta fue: "pues que quieres que haga si estas bonita".
    Y en efecto no solo pasa con alumnos que a veces hasta parece que eso les enseñan en clase, tambien con los maestros. Me tocó tener un maestro de cálculo que nos pedia a las alumnas nuestros números para segun esto mandarnos nuestras calificaciones y hacia comentarios muy inapropiados, nos pedía que fueramos a revisión fuera de horario de clases solas y nos insinuaba que podríamos subir nuestro promedio por otros medios. Cuando por fin hubo suficientes quejas, no lo corrieron, lo jubilaron antes para evitar mala imagen.
    La neta no debería pasar que una vaya a la escuela y se este sintiendo incomoda todo el tiempo y esperando que no te toque algún maestro raboverde. No debería pasar en ningún lado pero imagínense pagar un dineral por estar en una "escuela bien" y lo único que consigues es que te traten como objeto.
    Si les puedo dar un consejo chicas, no se metan a esta escuela. Hay muchas otras y no vale la pena estar 3 o 4 años de tu vida sintiendo que vas caminando en traje de baño frente a una construcción. Y si ya estas ahí y te pasa algo, dilo. Si es una mierda que los tecos te retengan tus documentos pero por eso se sienten con la libertad de seguir haciendo estas cosas y cubriendolas.
    Si es verdad que hay autoridades que tratan de ayudar y hacer algo pero al igual que muchas de nosotras, son ignorados. La escuela dice hacerse cargo pero sigue premiando a sus alumnos acosadores.

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  4. Esto pasa en casi toda institución de Gdl, en mi secundaria llamada Teresa de Avila, la profesora Margarita de matemáticas y biologia decia que las mujeres con faldas provocaban a los hombres a violarlas, en esa misma secundaria privada, colegio de monjas, encubrian a un profesor de educación fisica que tocaba indebidamente a las alumnas desde kinder a secundaria, habia otro de historia que incluso a mi misma intento hacerme grooming hasta que entre a prepa, en la preparatoria 12 de la UdG un profesor de ingles acosaba a una compañera y le pidio un oral, por otro lado en mi escuela IVEI de gdl tlaquepaque, los profesores acosaban a las alumnas intentando tocarlas y moviendo sus bancas cerca del escritorio del maestro, cuando te mostrabas negativa ante eso se enojaban y te acusaban de loca con otros alumnos igual de machos y rechazados. Es el pan de cada dia y yo ya salí de estudiar hace años ya...

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  5. Eres la mejor por hacer esto, gracias por tu dedicación y chicas, NO HAY QUE DEJARNOS DE NADIE.

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